Adiós me dijiste,
Flor de lis mía,
Cuando rompen las noches,
Me dijiste "Hasta nunca"
Adiós pecado de mis días y noches,
Calles me has dejado en penumbra,
Donde vigila el fuerte al pobre,
Donde vagan los hombres y su melancolía.
Y adiós ayer,
Es otro toque de queda,
Un idioma que inventaba tal vez,
Cuando tus palabras y las mías chocaban en los labios.
Adiós, adiós,
Las tormentas de lamentos me ahogan,
Y a mis labios ya tan solo riegan,
Las lágrimas que van cayendo por las mejillas.
Bienvenido, me dijo, bienvenido,
El desencanto del rayo de luna,
La luz de la aurora,
El lapidero de nuestros sueños.
Y adiós ahora se acepta,
Como una traición o una nueva aventura,
Que comienza a escribirse,
En su carta de despedida.
